Quieran. Quieran hasta el fondo.
Quieran. Quieran hasta que descubran qué es querer.
Quieran, pero quieran bien.
Háganlo con profesionalismo, que en este caso es con fuerza: que se sienta en los huesos, en la sonrisa mañanera, en la sangre y en las venas, en el ritmo cardíaco, en la creatividad para el trabajo, en la libertad de ser y en los sueños nocturnos.
Quieran con ganas; de arrancar los sinsabores, las malas costumbres, los ojos apagados, las uñas mal cortadas, los virus en el pecho y la ropa… La ropa en los ascensores.
Quieran hasta el cansancio; cuando haya que dormir porque el sudor está en las sábanas y la ropa en el piso.
Quieran. Quieran bien. Quieran con música, canten un blues melancólico y bailen una salsa intensa.
¡Pero quieran felices, maldita sea! Admiren a la persona que quieran, apláudanla, muéstrenle los errores con humor y experticia, mímenla. Déjenla ser. Elíjanla. Mójenla –también con la lluvia-, háganle un café y caliéntenla.
No con desgana, no con excusas, no con desdicha.
Quieran mostrando los dientes; para ahuyentar los fantasmas, resbalar a las lágrimas, guiarse en la oscuridad.
¡Pero felices de hacerlo, maldita sea!
De lo contrario, ahórrense toda la vida que eso proporciona. Evítense ejercitar el corazón. Huyan y no quieran. Ni un poquito, maldita sea.
Gracias! Este post no lo escribí yo, pero pronto estarás leyendo cositas mías y juntas podremos tomar una copa de letras. Un abrazo
ResponderEliminar