
la basta soledad jamás te inquiete,
la distancia que se antoja inmensurable
simplemente es la luz que se hace tenue
tornándonos pequeños e invisibles;
mantén el pebetero del anhelo
uncido al corazón como una estrella
y no cejes tu senda favorita
que alguno de los rastros en la playa
será finito paso que retorne
a ese solo lugar excepcional
donde vive el amor que nunca muere:
corazón de latidos infinitos.
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